Donde
la palabra se hace tierra y semilla, de Bernardo González Koppmann
por Natalia Rojas
Esta obra me tradujo el
silencio, la llama, la tensión de lo real que aqueja y lo real de adentro. A
esta Catacumba (Ediciones Inubicalistas, 2012) entran los amigos,
los recuerdos, la naturaleza, estos son el espacio del pastor, del callejero,
el testigo, el muerto en risa/en aullido y el inmerso de la quietud. Es una
insistencia a no perderse sin el recuerdo, si te pierdes y no recuerdas te
haces “Paco” porque “aprieta[s] el puño, suda[s]/ y avanza[s] contra todo lo
creado”. No, por favor, resistencia. Se prohíbe olvidar la “Leyenda” y no mirar
a la muchacha que adorna la cuadra, que adorna el juego de palabras de Bernardo
González Koppmann (Talca, 1957). Se prohíbe en la Catacumba entrar
sin botánica, no puedes entrar si no descifras el enigma, cuan Edipo que entra
a todas las mujeres, así se llega al entierro de las palabras de afuera, que es
la victoria para las de adentro.