martes, 2 de febrero de 2016

El inxilio de Juan de Quintil

El INXILIO DE JUAN DE QUINTIL[1]
por Felipe Moncada Mijic


Me gustaría presentar este libro[2], dentro del contexto del trabajo editorial que hemos venido desarrollando como Ediciones Inubicalistas[3], desde el año 2009 a la fecha, en la ciudad de Valparaíso. Nuestro catálogo, compuesto a la actualidad por alrededor de 40 títulos, se concentra principalmente en autores regionales, que están fuera de aquello que se entiende un poco torpemente como “canon”, concepto difuso, pero que se hace notar (si es por inventar “indicadores”) en el número de apariciones de un autor en los medios, en el sentido de la sociedad del espectáculo, o al menos, en el interés por publicar a un autor por parte de las editoriales consolidadas, reproduciendo de esa manera un contenido ya aceptado. Construcción tan social como teórica, el canon, aunque siempre en movimiento y útil como orientación, también impide ver lo que hay bajo él, al considerarse “menor”[4] o carente de interés.





Pues bien, este situarse frente a la producción literaria y de investigación, no constituye un dogma autoimpuesto, sino que ha ido sucediendo en la práctica, porque pensamos que es una manera de colaborar con la diversificación de los registros escriturales que circulan, con todas las limitaciones y dificultades que ello conlleva. Entendemos a una editorial, como una organización que propone contenidos y los difunde, pero no cualquier contenido, sino de aquellos por los cuales está dispuesta a trabajar, contra la indiferencia y el ninguneo, esa institución nacional tan emblemática, que lucha por el estatismo a su manera. Proponer lecturas, relecturas, poner a salvaguardia un contenido por medio de la circulación, ya sea por sus cualidades estéticas, éticas, o simplemente por construir una memoria. Y es por todos los aspectos anteriormente mencionados, que consideramos que un libro como Inxilio debiera ser leído y reconsiderado dentro del panorama literario nacional. Hace algún tiempo realizamos un ejercicio parecido con El poema de las tierras pobres, de Jorge González Bastías, publicado por primera vez en 1924, generándose un interesante intercambio de textos críticos en torno a su relectura[1].

Creemos además, que la labor editorial es una manera posible, aún, de hacer política, a nuestra humilde escala, pues genera vínculos y contenidos que de una u otra manera terminarán generando diálogo, lo que por fenómeno natural precede a la acción y sus cambios. Una micropolítica si se quiere, que apunta a reconstituir redes de lo que en este país fue arrasado por el interés económico y su institucionalidad, y en eso se trata de un trabajo de restauración, de saldar la deuda cultural con quienes han intentado oponerse al orden feudal de este territorio productivo, y que han sido derrotados, pero en esa derrota han dejado pensamiento y lenguaje, legados que son necesarios recordar cada vez que se pueda, porque de ahí puede salir algún fundamento que permita reconstruir las redes sociales (no su sucedáneo virtual), que en nuestro país, aún son cicatrices.

Ante una ausencia de políticas culturales definidas con respecto al campo editorial, donde el Estado se limita a licitar proyectos de la iniciativa individual, bajo la óptica de las industrias culturales y el concepto del patrimonio, en que hay que esperar que una forma de vida esté amenazada de extinción para que se haga urgente su conservación, aunque sea solamente en el plano simbólico de la cultura oficial. Ante ese panorama, es necesario mencionar la importancia que están teniendo las editoriales, denominadas por ahora independientes, no solo en la lectura recreativa, sino también en el rescate de la memoria histórica, el desarrollo del pensamiento, y en definitiva, en el avance del conocimiento.

Con respecto al libro Inxilio, se podría decir, a grandes rasgos, que es una de aquellas obras extrañas, que cada cierto tiempo y bajo ciertas circunstancias, da este territorio, una especie de “estrella negra” en la producción poética chilena, obra en que nada es lineal, pero tampoco dejado al azar. Una lectura más profunda y más información, se pueden hallar en los textos escritos por Lucy Oporto[2] para su presentación y Felipe Montalva[3] para el periódico Punto Final.
Inxilio podría considerarse como un ejemplo del enrarecimiento que ocurre en el lenguaje, cuando la imagen conocida del mundo se rompe de la más brutal de las maneras, ya que la fractura social se hace lenguaje, no por aventura vanguardista, sino más bien por el esfuerzo expresivo que depara “narrar” la barbarie de la razón, en los actos de los vencedores. Por su experiencia de prisión política, se puede situar esta obra cerca de Dawson de Aristóteles España o Cartas de prisionero de Floridor Pérez, o la poesía que Miguel Hernández y Marcos Ana, entre otros, escribieran desde las prisiones o manicomios franquistas, aunque la densidad del lenguaje sea particularmente alta, pues actúa según reza el epígrafe del libro, tomado de Rimbaud: La literatura será realista, pero deberá renovar / por el lenguaje la expresión de la realidad.

Es de esperar que la obra sea leída y que circule, como lo ha hecho hasta ahora casi en secreto, bajo el enorme zumbido de los caínes sempiternos.

Valparaíso, septiembre 2015, Vilches Alto, enero 2016




[1]     Hernán Carvajal nació en Santiago de Chile, a comienzos de la década de 1930. Durante parte de su infancia, vivió en Valparaíso. Se formó en la Escuela Normal “Abelardo Núñez”, Santiago. Trabajó como profesor normalista básico en distintas zonas de Chile, sobre todo rurales. Ingresó al Partido Comunista de Chile hacia 1954, y fue corresponsal de El Siglo, bajo el seudónimo de Arcadio Meza. A comienzos de la década de 1960, retornó a Valparaíso, donde debió enfrentar el golpe de Estado de 1973. Tras su experiencia como prisionero político en Pisagua, nuevamente retornó a Valparaíso. Hacia 1980, se trasladó a la zona rural de Puchuncaví. Vivió en Los Tebos, donde dio forma a Inxilio, que apareció en 1993, bajo el seudónimo de Juan de Quintil, en una autoedición de 100 ejemplares (Texto de Lucy Oporto).

[2]    Fragmento de este texto fue leído en la presentación del libro, en el CENTEX del CNCA de        
     Valparaíso, el 14 de septiembre de 2015.

[3]     En la actualidad, en esta editorial participan Patricio Serey, Felipe Moncada y Rodrigo Arroyo. Los contenidos se pueden revisar en www.edicionesinubicalistas.cl y www.edicionesinubiclistas.blogspot.cl.

[4]     Como esa hilarante división entre poetas mayores y menores, de quienes conciben la poesía como un sistema de ranking, similar a ciertas disciplinas deportivas.

[5]     Ver www.edicionesinubicalistas.cl

[6] http://edicionesinubicalistas.cl/wp-content/uploads/2015/07/Oporto-Inxilio.pdf
[7] http://www.edicionesinubicalistas.blogspot.cl/2015/11/inxilio-en-revista-punto-final.html

1 comentario:

  1. Juan Manuel Roca: “El inxilio quizá tenga unos rasgos de enajenación y de expolio peor que el de quienes tienen que exiliarse. Es la pérdida del país dentro del país mismo, tener que habitar en la periferia como un único territorio posible, sentirse ciudadano de ninguna parte, exiliado de sí mismo, pertenecer a un no-lugar”.

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